El lado oscuro de Tokio. Vientos de Asia n°4
Un boletín sobre cultura asiática escrito desde el otro lado del mundo.
En este cuarto número de Vientos de Asia voy a contarles sobre Tokyo Vice, un libro de memorias escrito por el periodista Jake Adelstein, quien vivió y reporteó por años en Japón sobre el crimen organizado.
Además, algunas recomendaciones de series, música y panoramas.
Reporteo, host clubs y soledad
*Imagen creada con IA Create de Microsoft
Antes de empezar, debo confesar que escribir con el sonido de la lluvia de fondo le da todo un toque noir a este newsletter. Y viene muy acorde al tema de este boletín. Tenía ganas de escribir sobre otra cosa, pero anoche me quedé leyendo hasta las dos de la madrugada el libro Tokyo Vice, de Jake Adelstein y quiero compartir algunas reflexiones al respecto. También, porque tuve la fortuna de visitar Tokio en 2022 y algo de ese viaje vino a mente durante la lectura.
Publicado en 2009, Tokyo Vice es un libro de no-ficción, sobre las memorias y anécdotas del periodista estadounidense Jake Adelstein, durante su periodo como reportero del Yomiuri Shimbun, uno de los diarios impresos más importantes de Japón y de los más leídos del mundo.
Adelstein comenzó haciendo su práctica profesional en el diario y pronto pasó a reportear crímenes y asaltos en una provincia de Japón, para luego investigar en una de las zonas más conflictivas de la capital del país, Tokio, en el barrio conocido como Kabukicho. Poco a poco, el periodista va desentrañando cómo funciona la mafia japonesa conocida como yakuza. Adelstein va describiendo varios crímenes que le tocó investigar, algunos relacionados con la yakuza y otros ligados a trata de personas, psicópatas y hasta corrupción en la policía.
El libro, además, está bien escrito. Aunque es un relato cronológico, comienza con un adelanto de cómo terminará su reporteo en 2005: una amenaza del grupo de yakuzas más importante de Japón para que no publique una exclusiva que llevaba meses investigando sobre su líder. Para contarnos cómo llegó a ese punto, vuelve al pasado desde su postulación al Yomiuri, y va contando sus aventuras y desventuras allí, con una pluma dinámica, divertida, con un toque de humor, aunque con cierta tendencia a la soberbia. En buen chileno, a veces molesta un poco que se crea la muerte.
Estas dos últimas semanas he llegado a soñar con estos relatos de Adelstein. Y es que yo igual soy periodista y conozco esa vida intensa con sus pros y contras: quedarte hasta la madrugada escribiendo una nota para el medio, acompañar el reporteo con bares y tragos, nunca ver a tu pareja por esos horarios sin sentido, confiar en las fuentes aún sin saber hasta donde te llevan,- de manera literal y metafórica-, publicar una exclusiva y disfrutar de esa fugaz adrenalina de ser el primero en dar una noticia. Creo que el texto idealiza un sistema de trabajo que no le hace bien a nadie. Claro que en el caso de Adelstein todo parece más intenso, incluyendo las amenazas de muerte.
Una de las partes del libro que más me llamó la atención es cuando se dedica a hacer un tour por la zona de Kabukicho, cuando recién llega a reportear el lugar. Él tenía asignado cubrir las noticias de ese barrio, conocido por ser una especie de barrio rojo en los noventas y principios de los dos mil. Un policía con quien hace buenas migas lo lleva a dar una vuelta por bares, Hostess club y Sōpurando o soapland (lo que en Chile podría denominarse “baños turcos”*, una especie de spa, con masajes y “servicios sexuales” sin penetración). Este tour incluyó un masaje en uno de estos soaplands, que terminó, según cuenta, con una de esas cariñosas prestaciones.
En esta parte, el autor nos cuenta sobre los host clubs y de los hostess clubs. Creo que lo más parecido que conocemos por este lado del mundo son los cafés con piernas chilenos.
Los hostess clubs son locales, ya sea bares o cafés, con chicas que coquetean con sus clientes, a veces disfrazadas de manera sugerente. La idea es que el cliente se sienta mimado y converse con las anfitrionas, que lo incentivan a consumir más y que se llevan un porcentaje del consumo, además de propina. Hay ciertas reglas implícitas en estos locales: no hay relaciones sexuales en el local con los clientes, pero ellos pueden pedir espacios privados para bailes exclusivos y tocar algunas partes del cuerpo de las jóvenes que atienden, siempre que ellas lo permitan. Pueden dar y recibir regalos, a veces muy caros, pero no acosar a las anfitrionas. Todas estas reglas se aplican ya sea para los espacios con anfitrionas (hostess club), como con anfitriones varones (host club).
Los hostess y host clubs suelen pasar piola para los turistas porque están en pisos altos en edificios. A veces hay avisos y carteles para atraer a las y los clientes, pero a veces no, y sólo puedes llegar dateado. Hay para todos los gustos: jóvenes vestidas como maid o amas de llaves, otras como personajes de animé, otras como escolares, jóvenes vestidos y maquillados como galanes de teleseries, de frac o de románticos caballeros del siglo XIX. El mismo Adelstein los define muy bien:
“Los hostess clubs- y su versión para el público femenino, los host clubs- seguramente son uno de los aspectos más malinterpretados de la industria del entretenimiento para adultos de Japón. Porque en ellos lo que se vende no es sexo, sino intimidad, o su ilusión, y la emocionante posibilidad de que pueda haber sexo”.
“De un modo u otro, lo que de verdad llena los clubes es la alienación, el aburrimiento y la soledad”.
Efectivamente, quienes asisten a estos clubs buscan, principalmente, cariño. Miran y tocan poco, pero reciben abrazos, caricias y ser escuchados atentamente, aunque sea un servicio pagado. La ilusión del cariño, de la atención, que muchos trabajadores y trabajadores no tienen en su vida diaria. A veces llegan al extremo de endeudarse por ver a sus anfitriones o anfitrionas favoritas y llevarles lujosos regalos. Un anfitrión puede recibir regalos de todo tipo: autos, relojes, joyas y hasta viajes. Obviamente, no hay que idealizarlo, fuera del local muchos anfitriones y anfitrionas sí ejercen la prostitución, a veces amparados por la yakuza. Pero en general, estos espacios son bastante seguros, y dejan ese asunto aparte del servicio oficial.
Yo vi captadores de estos cafés host club. Un joven guapísimo, sacado como de una teleserie, alto y con un rostro perfecto (y probablemente operado), se acercaba a las jóvenes que pasaban por una de las calles de Shibuya, les conversaba y trataba de atraerlas a su local. Sonreía y las seguía varios metros para hablarles. Claro, un servicio de estos puede empezar a costar 30 dólares, sólo por sentarte a ser atendida por estos galanes. Durante los minutos que me quedé mirando, las estudiantes reían y pasaban de largo, imagino que porque la plata no les sobra.
También, unas cuadras más allá, vi una joven vestida de ama de llaves sexy, buscando clientes para su café hostess club. Fue chocante porque la joven parecía menor de edad, aunque dudo que lo haya sido si es que estaba publicitando el local en la calle. La gente le sacaba fotos, en especial hombres mayores y oficinistas, lo que era perturbador también. Pero en verdad, no la tocaban, ni siquiera para saludarla. Muy japonés todo.
En Japón hay lugares que uno ve lleno de avisos de rostros de jóvenes, que parecen famosos cantantes de pop. En verdad, muchos de estos avisos son de host clubs y hostess clubs. Ya es parte del paisaje urbano y hasta hay algunos anfitriones más famosos que otros. Algunos tienen grupos de fans, como si fueran artistas. Quizás, de alguna manera, lo son.
Sin embargo, como decía, estos locales también han llevado a la ruina económica a muchos de sus clientes, en especial mujeres. Adelstein cuenta en su libro que este fenómeno recién comenzaba a principios de los dos mil, pero que en pocos años se triplicaron los locales de Kabukicho para mujeres. Hoy es un problema que implica cientos de millones en deudas de jóvenes mujeres, que a veces se enamoran de sus anfitriones sin limitarse en gastos.
Quizás a los japoneses no les guste esta comparación, pero es lo más parecido a una geisha moderna. La geishas no eran prostitutas, sino mujeres muy cultas, con conocimientos en danza, poesía y canto tradicional, que entretenían a hombres de la élite japonesa en locales conocidos como casas de té. Los clientes no podían acosarlas y ellas elegían con quien acostarse, aunque a veces tenían ciertos “padrinos” que por su aporte en dinero, podían acceder a tener una relación más íntima con ellas.
*Una de las fotos que saqué de un pachinko en Tokio.
Shibuya, donde yo vi estos locales, es un barrio lleno de tiendas de tecnología, de productos relacionados a la animación japonesa, videojuegos, cómics, host clubs y toda la cultura juvenil nipona. También con muchos pachinkos, que son locales con máquinas de apuestas y tragamonedas, que muchas veces se ligan a la yakuza. De los pachinkos, vamos a hablar en próximos boletines.
Más allá del libro y lo que cuenta, Tokio es una ciudad muy segura. Puedes caminar de noche por sus calles sin miedo y la tasa de robos y asaltos es bajísima. Muchas veces vi bicicletas, bolsos y hasta celulares dejados en mesas, en pasillos y hasta en la calle, sin que nadie los tomara. Yakuzas creo que no vi. No es que tampoco puedas reconocerlos fácilmente, a veces se ven como un oficinista más.
A pesar de lo entretenida que estoy con el libro, hay partes de la historia que me parecieron inverosímiles. En algunos capítulos Jake queda como un héroe y hay demasiadas coincidencias favorables al narrador. Yo sé que la suerte es un factor importante cuando una investiga un caso. Pero no es tan común que siempre esté de nuestro lado.
Indagando, me topé con este reportaje del The Hollywood Reporter, donde se acusa a Adelstein de exagerar situaciones y hasta de mentir respecto a sus misteriosas fuentes de la yakuza. Cito lo que dice un amigo de Adelstein en el artículo:
“Japón es un país que funciona según sistemas, por lo que ciertamente hay cosas en el libro que no habrían sucedido tal como están escritas. Definitivamente hay exageraciones”, dice utilizando la palabra inglesa. "Pero eso es parte de lo que hace que Jake sea interesante"
Luego la nota agrega:
De vez en cuando, frases improbables parecen surgir de boca de más de una de las fuentes anónimas de Adelstein. En un artículo sobre el declive de las pandillas en The Daily Beast en marzo de 2014, Adelstein cita a un yakuza descontento que se quejaba de pagar las cuotas de membresía de la pandilla pero no podía usar su nombre para intimidar a la gente: "¿Te imaginas administrar un McDonald's sin ser ¿Podrás usar los arcos dorados? Variaciones de esta cita aparecieron en artículos de Adelstein en The Japan Times en octubre de 2015 y en The Washington Post en abril de 2017, y parecen atribuirse a dos gánsteres diferentes.
Las primeras preguntas sobre la legitimidad de las hazañas y contactos de Adelstein con la yakuza surgieron en 2010 cuando fue contratado por National Geographic como consultor y reparador para un documental llamado Crime Lords of Tokyo . Philip Day, el director y productor del proyecto, dice que estaba deseando conocer a Adelstein y a algunos de los muchos personajes coloridos que aparecen en las páginas de Tokyo Vice .
Pero antes de que Day y su equipo llegaran a Tokio, empezaron a tener dudas sobre Adelstein cuando llamó para decir que había sido golpeado por un yakuza en la calle con una guía telefónica. “La forma en que lo describió no nos pareció nada creíble a ninguno de nosotros”, recuerda Day.
En fin, después de leer este artículo suspiré y seguí leyendo el libro. Mal aquí el autor. Pero no me sorprende.
Aún teniendo partes ficcionadas, el libro es una buena fuente para entender cómo funcionan estos espacios medio ilegales y oscuros de Japón. Y cómo se organizan las distintas pandillas que componen la yakuza y sus códigos internos, a los que Adelstein le dedica varias páginas.
La serie basada en el libro fue estrenada en la plataforma Max en 2022. Está protagonizada por Ansel Elgort y,- me pongo de pie-, Ken Watanabe. Vi un capítulo y Watanabe se roba toda la historia. Actorazo, con años de trayectoria en el cine japonés y estadounidense. Si les suena su cara, es uno de los samurais en El último Samurai, con Tom Cruise.
*Ken Watanabe en Tokyo Vice. Foto de HBO GO.
Este mes se estrenó la segunda y última temporada de la serie. No es idéntica al libro y si ya el texto tenía algo de ficción, la serie ya es pura ficción. En lo personal no me gustó la dirección y la cámara, me mareó. Me entretuve, sí. Pero recomiendo leer el libro, teniendo en cuenta su cuota de invenciones.
Me explayé un poco, pero principalmente quería hablar del libro y de los host y hostess clubs. Pero el mundo de los yakuza, del entretenimiento nocturno japonés y de los pachinko seguirán apareciendo en el futuro de este boletín.
*De hecho, en Japón estos soaplands se conocían como “baños turcos” también, hasta que un grupo de inmigrantes turcos decidió hacer una demanda colectiva, cansados de ser ligados a la prostitución. Al final, los negocios japoneses tuvieron que cambiar sus nombres a soaplands.
Tres recomendaciones
1.- Me terminé de ver las dos temporadas de Las Células de Yumi. Es un hermoso drama (serie) coreana, donde conocemos a Yumi, una joven oficinista que vive en Seúl, y a las células de su cabeza, parecidas a las emociones de Intensamente, de Pixar. Las escenas de las células son animadas en 3D. Hay una célula de la razón, otra de las emociones, del amor, del libido y una muy grande de la comida, porque Yumi es toda una sibarita.
Vamos siguiendo los aprendizajes y madurez de Yumi, quien primero se enamora de Wung y en la segunda temporada de Babi, ambos muy distintos. También, de cómo Yumi va haciendo realidad su sueño de ser escritora, en un proceso muy emotivo, doloroso, pero también bello. La recomiendo mucho, si quieren ver algo que les relaje. Acá estamos a la espera de la tercera temporada.
La serie está en Prime Video y en Viki.
2.- Esta semana terminó su servicio militar obligatorio Jin, el miembro de más edad de BTS. En Corea del Sur el servicio militar es obligatorio para todos los hombres, por la potencial amenaza de guerra con Corea del Norte. Por ahora, Jin es el único miembro del grupo que terminó su periodo en el Ejército, mientras los otros seis siguen en el servicio. Cinco de ellos recibieron a su amigo afuera del recinto militar, en un emotivo encuentro. En tanto, las fans, llamadas Armys, lo esperaron con carteles y hasta buses adornados con su rostro afuera de Hybe, la agencia del grupo.
Jin salió justo para celebrar el Festa, que es como se le llama al aniversario de BTS, el 13 de junio de cada año. En este Festa Jin abrazó a mil fans seleccionadas para la ocasión y realizó un show con sus canciones y las de sus compañeros.
Se espera que en los próximos meses Jin pueda sacar un EP o un disco solista, como el resto de sus compañeros de BTS. Por mientras, pueden escuchar el tema que lanzó antes de entrar al servicio militar, The Astronaut, que hizo con la banda Coldplay.
3.- A propósito de Las Células de Yumi, descubrí al grupo coreano The Black Skirts, una banda de indie pop con mezclas de rock y hasta folk. Ling Ling es el tema de ellos que está en el drama, pero tienen varios discos y buenas canciones. Los pueden seguir en Spotify, donde ya tienen más de un millón de oyentes.
Panoramas
El 22 de junio se desarrollará el evento K-pop Lux, un evento para los fans del pop coreano, que incluirá comida coreana, sorteos, venta de artículos sobre artistas y competencia de danza. Se desarrollará en la Sala Omnium en Las Condes y las entradas se venden de manera online por Passline.
El 15 de junio, en el centro Cultural La Jungla, en Santiago centro, se desarrollará la Expo Ñoña. Contará con presentaciones de baile K-pop, cosplay, concursos y otras actividades.
Este 18 de junio en el Salón Rojo de la Universidad Central, en Santiago, se realizará el III Seminario Internacional de Ciencias Sociales sobre China en Chile y América Latina. El evento será abierto a todo público.
La Embajada de la India en colaboración con el Centro Cultural La Moneda celebrarán el día del yoga, el próximo 22 de junio. Comienza a las 10.00 hrs. de ese sábado, en el mismo centro cultural en Santiago.